Lastimando la dignidad

Tres despedidas, cara a cara con Paredes.

EDITORIAL.- Jueves 11 de agosto de 2016.

Días atrás la actual gestión municipal maragata atravesó su primera situación de conflicto directo en lo que va de su corto recorrido. ATE llevó su reclamo por los trabajadores despedidos a instancias de ocupación del Palacio Municipal.
Momentos de tensión, roses con la fuerza policial y una ruidosa expresión con bombos y redoblantes fueron algunas de las escenas que ofreció el hall central de la Municipalidad.
Hoy la historia continuó. Nueva reunión, desacuerdo, un poco de ruido, y la historia como el 1 de julio. Nueve trabajadores despedidos sin trabajo. Angustia. Madres de familia fuera del sistema laboral.
Observando a la distancia parece haber una puja de poderes. Del lado oficial buscando constantemente no mostrar “debilidad” revirtiendo la decisión. El gremio, por su parte, trata de mostrar aquel poder que perdió a nivel municipal quedando afuera de la mesa de paritarias por no contar con el porcentaje de afiliados municipales. En el medio están los trabajadores. Presos de la lucha de poderes.
Discusión estéril si las hay. El poder de un gobierno no se demuestra elevando el nivel de obstinamiento de quien por decisión de la gente está al frente, ni desoyendo a propios y extraños.
Volver atrás con una decisión apresurada o basada en elementos comprobables inexistentes no es una muestra de “debilidad”. Un manto de realismo y coherencia en este marco donde cada vez cuesta más esquivarle a la pobreza, sería un gesto humano dentro de tanta frialdad que arroja cerrar números redondos. Sería, además, despejar esos fantasmas de “caprichos” y de pases de facturas políticas que recorren los pasillos.
"El intendente está obstinado y encaprichado en algunas cosas. Está mal asesorado” dijo el compañero de fórmula de José Zara –Gerardo Bari- días atrás aduciendo conocer “su hombría de bien”.
Apoyándose en las palabras de alguien que lo conoce, aquellos 9 trabajadores que hace un mes y once días no tienen trabajo podrían encender su ilusión de recuperar la dignidad del trabajo. Pero los hechos demuestran lo contrario. Las respuestas siempre han sido firmes y en la misma línea. La revisión de caso por caso fue la explicación de cabecera del último mes, y la reciente presentación legal al HCD por parte del Ejecutivo ratificando la no renovación no dejan dudas.
Que dos, que nueve, que cinco, que 15 si sumamos los despedidos en diciembre y marzo. Danza de números cuando de lo que hablamos es de personas. Números fríos que no pueden compararse con la realidad de la vida cotidiana de un hombre o una mujer que pierde el trabajo y, con él, la dignidad.
Madres y padres de familia, sostenes de hogares. Personas a las que les costará reincorporarse al circuito laboral estatal o privado, y que además arrastrarán el estigma de “vagos”.
La encargada de Recursos Humanos explicó que cada legajo contiene los motivos de los despidos. Entonces podemos mencionar aquí lo que entendemos como un error de comunicación por parte del Ejecutivo. Si los legajos contienen las causas justificadas, fácil hubiese sido exponer las razones de manera pública, o ante los gremios y concejales que levantaron la bandera de los trabajadores.
El no haberlo expuesto, si es que tales motivos existen por escrito y con la necesaria notificación al trabajador, liberó el escenario para las especulaciones de persecución política o encaprichamiento.
Pero no nos limitemos a los legajos. Ampliemos el espectro a posibles informes de jefes de áreas o funcionarios responsables de las áreas en las que se desempeñaban los trabajadores cesanteados. En el caso que existan informes que determinen falta de cumplimiento de las tareas designadas o inasistencias, habrá que evaluar si el funcionario que firmó tal sentencia tiene la lapicera “habilitada” para hacerlo. Es decir, ¿Cuántos funcionarios de Obras Públicas disfrutaron de largas vacaciones a poco más de 3 meses de haber asumido su cargo? ¿Habilita tomarse 30 días a 3 meses de asumir para ser el juez del futuro de un empleado de 3 años de antigüedad? Y, en todo caso, ¿Cuál es el ejemplo a seguir para aquel que quiere mantener su puesto de trabajo?

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